¿Renovarse o morir? ¿Adaptarse a los cambios, evolucionar? El rebranding es sinónimo de cambio, es refrescar tu imagen, modificar lo que no funciona, o mejorar lo que podría funcionar mejor. Es dar un giro de 180º a tu empresa y volver a impulsarla en el mercado para seguir avanzando a buen ritmo.

Cambiar la imagen de tu marca no es una tarea sencilla, ya que entran en juego multitud de aspectos que debes valorar, y en ello influye mucho el público. Modificar tus valores, tus colores o tu eslógan puede despistar mucho a tus clientes si tu empresa no está lo suficientemente asentada en el mercado. Si estás en pleno crecimiento, sé fiel a tus valores, pero si por el contrario, tu empresa se encuentra en un punto de no avance, cambiar su imagen puede ser una buena opción.
El ejemplo lo tenemos en grandes multinacionales que van evolucionando y cambiando su imagen corporativa de forma constante. Es el caso de marcas como Apple, Banco Santander, Starbucks, Iberia y uno de los casos más destacados en los últimos años ha sido el de McDonald’s. El gigante de las hamburguesas transformó de forma radical sus ideales con el objetivo de reflejar una imagen saludable y natural. Por ello, su cambio de color en el logo y en toda su cartelería, de rojo a verde.
El rebranding lleva implícito muchos factores de riesgo. Es una decisión que no siempre sale bien y requiere mucha dedicación, inversión y tiempo. Es importante que analices tu situación actual, tu competencia y tu público para que puedas plantearte unos objetivos. Cuanto tu modelo de negocio y tu estrategia son los adecuados, a veces falla la marca. El rebranding puede ser la solución a diversos problemas de estancamiento e incluso a esa falta de empuje inicial.
Piensa en el público, en lo que quieres transmitir y en los nuevos valores que quieres asociar a tu marca. Si tus clientes no entienden ese concepto, será el momento de iniciar el rebranding. A fin y al cabo, ellos mandan. ¡Escúchalos!